jueves, 15 de julio de 2010

Espuma


Hundida en el azul en un vaivén de suaves ondas que me mecen,
que me acunan dulcemente una y otra vez.
Mis cabellos se transforman en serpientes oscuras
agitándose en el agua con placer, mientras la brisa
trae el olor del salitre y mil noches tormentosas.

El frío hace a mi cuerpo entumecer, mientras miro el cielo
las olas me arrastran alejándome de la playa cada vez más,
pero no me importa, sólo se que floto y el sopor no me
permite pensar en nada más.

Viento, agua y mi cuerpo se vuelven uno en la oscuridad,
en el cielo la luna se transforma en una deslumbrante sonrisa,
en silencio pido con toda mi alma nunca más volver a tierra,
quisiera vivir por siempre en el océano.

Una extraña metamorfosis se apodera de mi, puedo notar
cómo mis piernas comienzan a fusionarse, tomando la forma
de una gran aleta cubierta de escamas que se tornan brillantes
bajo la macabra sonrisa de los astros nocturnos.

Repentinamente me invade una inmensa sensación de ligereza.
Sin razón alguna comienzo a desvanecerme, me transformo en blanca
espuma efervescente, ya no siento dolor ni miedo, pues ha
llegado el día en que mi cuerpo se funda por siempre con el mar.

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